Carlos Alberto Torres.
Anteayer, a las 3:00 p.m., Carlos salió de su empresa para hacer un depósito grande en un banco local. A dos cuadras, en la carretera que viene de Santa Tecla a San Salvador, a la altura de la entrada a Santa Elena, un carro lo golpeó por atrás. Carlos paró y se bajó para revisar un posible daño. Los ocupantes del carro que lo golpeó y los de otro que se paró adelante se bajaron y le dispararon varios balazos al pecho. Tomaron el dinero y huyeron. Carlos murió camino al hospital.
Con la muerte de Carlos, al que conocí hace menos de un año, se continúa la orgía de sangre que baña a nuestro país, El Salvador. Carlos era un empresario de 65 años. Responsable, serio y con un gran corazón para sus amigos. Lo vamos a extrañar mucho.
Y así como indigna este asesinato, indigna la inoperancia de nuestras autoridades. Inútilmente se lanzan a programas punitivos en contra de la delincuencia y, al final, no se responsabilizan por los resultados magros o nulos que han alcanzado. Sin embargo, los slogan o estribillos publicitarios se multiplican: "Mano Dura", "Mano Superdura", "Operación Martillo", "Con todo", etc. Pero la impunidad con la que los delincuentes operan es pasmosa. Y, mientras tanto, los intereses que desean un status quo eterno, manipulan la mente de la gente. Los periódicos más grandes, así como la cadena de televisión con más dinero critican al estado de derecho (que es mancillado permanentemente por las mismas autoridades) por no detener la ola de crímenes. Pero el hecho es que no es culpa del estado de derecho que la delincuencia se haya expandido. Es la inoperancia, rayando la complicidad, de las instituciones del ejecutivo, con su líder al frente, pues son desde su silla que emanan las directrices del cómo actuar y proceder.
Mientras, el ejecutivo sigue con su campaña de slogans o estribillos mal intencionados en su objetivo. Comenzó con aquello de "País seguro", bajo la base de "Gobierno con sentido humano", continuó con "El Salvador, vale la pena", luego con "Hagamos equipo" y sigue con aquello de "País Unido". Pero nuestros muertos ya no regresarán y sus asesinos caminan impunemente por nuestras calles, en busca de otras víctimas.
Por si fuera poco, los pastores de la mayoría de iglesias, incluyendo a Tobi y a los del Opus Dei, tratan de calmar a la ciudadanía prometiendo la justicia divina que, en sentido estricto, no es más que la justicia de una sociedad conciente y avispada para que se pague lo que se hace en detrimento de si misa.
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