Dos años duros

No recuerdo el nombre, pero fue a finales de la década de los 70 del siglo pasado cuando él boxeaba en la Arena Santanita, en el barrio del mismo nombre. Era peso mosca. Lo ponían en las peleas de relleno. Subía al ring y bajaba entre los brazos de los “seconds”, con la cara destrozada y el cuerpo lleno de cardenales. Pero nunca perdió la esperanza de llegar a ser recordado como un buen boxeador … hasta que los médicos le impidieron subir a pelear, antes de que su cerebro se volviera inservible. Hoy, solo queda el recuerdo del papel ridículo que hacía en el ring … como se recordará a nuestro presidente actual en un futuro próximo.

Prometió “mano superdura” contra la delincuencia (y su mujer daba fe que tenía “mano superdura”) contra los “malacates” a los que advirtió que su tiempo había terminado. Hoy, dos años después, más de 5,000 personas han muerto violentamente. Y, como el boxeador mencionado, nuestro presidente se bate a pura excusas y estribillos publicitarios. Ridículo.

Nos prometió un “país seguro”, lleno de oportunidades y hoy, desde su promesa, han cruzado la frontera, huyendo de la inseguridad que nos ofrece el país, más de 200,000 personas. Toda una ciudad, si lo queremos ver así. Como si Mejicanos fuera una ciudad fantasma, pues todos los habitantes se hubieran ido a los Estados Unidos.

Hace unos meses nos repetía que había que “hacer equipo”. Pero, uno se pregunta, ¿Con quien? La idea de hacer equipo es tener la meta de ganar todo el equipo, todos juntos. Pero con este presidente, solamente ganan los que tienen más. A los que tienen menos solo les “regala” $15.00 mensuales. Y lo llama “solidaridad”. Ridículo.

Isaías, en el capítulo 16, nos habla del orgulloso Moab, de aquellas personas que lo habitaban y que se sentían orgullos, con sus mentiras inconsistentes. Cuando leí este capítulo, no dejé de pensar en que esto mismo se podría decir del actual gobierno. Y, como tal, Isaías también cantaría: “11 Por eso, mis entrañas vibran como una lira por este gobierno…”