LOCURA
Cuento Inédito
Susana vino de Chalate. Tenía 29 años y con una niña de 6 años, con un marido que huyó cuando le comenzaron sus ataques. La luna la marcaba de vez en cuando y solo las pastillas del hospital la mantenían en la tierra. Al principio comenzó hablando lenguas, entre arameo, hebreo, maya, siríaco y hasta el lenguaje de los pájaros.
En sus ataques desaparecía por días. Regresaba sin decir que le había pasado y lloraba continuamente durante las noches, hasta que se calmaba, abrazaba a su hija y cuidaba de sus hermanos y hermanas menores. Era no era la mayor, pero todavía tenía hermanos menores. La familia sufría y velaba para que no olvidara tomar sus pastillas.
La guerra comenzaba. No habían grandes operativos, pero ya había guerrilleros en los montes, la Guardia que los buscaba y algunos muertos por los escuadrones de la muerte. En las ciudades se hablaba de los muchachos y sus operativos, para bien o para mal. Susana sufría al saber estas noticias. Sus tíos, tías, primos y sobrinos eran perseguidos desde Guarnecia hasta el norte de Chalate. Su mismo hermano mayor fue apresado y desaparecido en las cárceles clandestinas de la Guardia.
En el Hospital, cuando iba para su tratamiento, conoció a Ramón, un tipo fornido con problemas de depresión que los trataba con marihuana. No fue amor a primera vista lo que los unió, fue el humo blanco del pitillo de marihuana el que lo hizo. Susana se volvió adicta a la marihuana. Pero ya no hablaba en lenguas. Comenzó a conspirar y planificar ataques guerrilleros a cuarteles o a patrullas del ejército. Ella era la comandante en jefe y gozaba al planificar el combate.
La tensión entre sus familiares aumentó. Los escuadrones de la muerte asesinaban a diario y los muertos aparecían en todas partes, en las ciudades y en los despoblados. No se podía hablar de política sin que aparecieran los “orejas” al acecho. Y si había mala suerte, uno podría aparecer en la lista de los escuadrones.
Sucedió un día de descuido. Susana se encontró con Ramón en el centro de la ciudad, cerca de catedral. Se fumaron un cigarro de marihuana en la pensión a la que fueron y salieron a tomarse unas cervezas. Susana comenzó a planificar la siguiente operación guerrillera. Ramón la escuchaba indiferente. Total, a él no le importaba la lucha guerrillera, pero le divertía escucharla. Detrás de ella, un “oreja” escuchaba atentamente… A la media hora llegaron cuatro tipos mal encarados...
Su hija y sus hermanas todavía tienen la esperanza de encontrarla un día, esperando que, ahora que ya terminó la guerra, Susana les comente sus aventura…
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