Friday, July 04, 2008

Tragedia: ¿Quién es el responsable?

Cuando nos enteramos de tragedias como la que ocurrió ayer en la noche nos impactan varias cosas. La primera, la pérdida de vidas humanas. Luego, nos viene a nuestro pensamiento algunas preguntas, comenzando del por qué ocurrió una tragedia de esa magnitud.

Es claro que el motorista fue imprudente al atravesarse la calle. No previó la fuerza del agua que se avecinaba, con la capacidad de mover un autobús con personas en su interior. Probablemente estaba convencido que la máquina era más poderosa que la fuerza de la naturaleza desatada en la corriente de agua.

Al único sobreviviente de la tragedia, que se subió al bus y saltó hacia un lugar más alto, solamente se le ocurrió decir que "fue la voluntad de Dios". Respetando esta creencia, habría que cuestionar no la voluntad de Dios, sino la ignorancia de los hombres y la falta de responsabilidad en cuanto a cómo viven sus vidas. No hablo de Teología, sino de algo más sencillo, como son las consecuencias que sufrimos por cada uno de los actos de nuestras vidas, sean éstos buenos o malos. Lo cierto es que, como dice una de las leyes fundamentales de la ciencia, a todo acción le corresponde una reacción. Y, la tragedia, también obedece a estas mismas leyes.

Desde hace varios años, desde que se comenzó a construir sin ton ni son en zonas forestadas que comprenden aquellas zonas de mayor infiltración de agua en la zona metropolitana, las aguas han corrido hacia las quebradas, llenándolas y provocando muchas tragedias. A raíz de los temporales de los años recién pasados, que han tenido consecuencias muy serias, se han hecho obras de mitigación en la zona occidental de la capital, y ha mejorado las condiciones del desagüe en dicha zona; pero el problema continúa, las quebradas ya no dan a basto y el agua sube y rebalsa el cauce por el que pasa. Ahora ya son otras zonas las dañadas...

Individualmente uno podría decir que es la voluntad de Dios, que lo puso en un sitio indicado en el momento indicado en el que ocurre la tragedia; pero no puede decirse lo mismo del fenómeno en sí mismo. La "repunta", el volumen y su fuerza, es producto de la irracionalidad con que hemos construido nuestra ciudad, y continuamos con el mismo sin sentido. No podemos decir que fue la voluntad de un Dios que no destruyó los bosques, el manto verde que rodea nuestra ciudad capital, ni fue voluntad de Dios que dichas construcciones llevaran un solo motivo: codicia.